sábado, 21 de enero de 2012

Qué pasó aquí?

Como en la mayoría de las sociedades que crecen frenéticamente, como por ejemplo la nuestra y específicamente en ciudades como Caracas, es muy común el tener que ser políticamente correctos.

Con el término políticamente, no hago referencia a la definición de política como ciencia sino más bien aquella a la que se conoce como urbanidad, cortesía, diplomacia.

Con el pasar del tiempo y conociendo a mucha gente, no pierdo mi capacidad de asombro al darme cuenta como algunos han transformado el concepto de ser políticos, urbanos, prudentes y educados en ser hipócritas.

No intento generalizar, esto sería realmente tonto de mi parte, sin embargo laborando con equipos de trabajo desde que me gradúe en el área de Recursos Humanos, he sido testigo de este cambio que se ha presentado en nuestra  sociedad de manera cada día más radical.

En los trabajos, anteriormente podías detectar lo que hoy llamamos clima organizacional, entre otros factores, a través del ambiente de cordialidad y tolerancia que existía, no solo entre los miembros de un mismo equipo de trabajo, sino entre los diferentes departamentos que componían la organización…claro!, la mayoría de las personas pasan allí a veces más de 8 horas juntos.

Sin embargo, al “combo” laboral que actualmente se compone de un exagerado ambiente de competitividad, los bajos sueldos y beneficios que generan desmotivación en muchos, se une el factor interrelación personal, que no es nuevo, pero que se ve afectado por todos los anteriores, la situación socio juridica del país y se le suma además la presión de ser aceptado o rechazado si se es demasiado sincero o te limitas a ser amable y ya.

Con los años y trabajando con diferentes empresas y realizando lecturas sobre este tema, experimento que se ha vuelto muy frecuente, que muchos trabajadores se quejen de que la línea que separa el amiguismo de lo profesional sea constantemente difuminada por algunos compañeros de trabajo e incluso por algunos superiores.

Este difuminar consiste en tener que regirte según la tendencia que se vaya produciendo en la oficina y esto ocurre sobre todo en empresas donde las plantillas de personal se han vuelto más reducidas, fenómeno cada día más natural en nuestro mundo laboral formal, pues la crisis económica va disminuyéndolas.

Es cada vez  más común y hasta se exige, ser amigo(a) entre comillas, en el trabajo, más que simplemente compañeros, es decir, si únicamente la persona se dedica a trabajar, a mantener un ambiente laboral estable con el resto de los que allí laboran, sin necesidad de compartir intimidades o tener que salir con el grupo de la oficina, es mal visto.

Lo “normal” hoy en día es que seas como todos los demás porque si no, estás desadaptado.
Tampoco se trata de caer en el extremo, no hay que ubicarse en el grupo de los asociales, aquellos que no soportan al mundo ni lo que hacen y por lo tanto se aíslan y no son capaces de sostener ni siquiera una conversación de menos de un minuto cerca del bebedero de agua, pero ser neutral, es decir, estar en el medio de ambas situaciones, hoy pareciera, no es bien visto.

Gente que hasta hace menos que poco no se soportaba, de pronto, al día siguiente, almuerzan juntos, hacen planes los fines de semana, etc. y tú te preguntas: “hey, pero qué paso aquí?”.

Entra en juego el planteamiento: ¿cuál es la diferencia ahora entre ser hipócrita y ser político?

Sé, que si se lleva al ámbito electoral, muchos pensaremos que no hay diferencia entre un término y otro, pero hasta donde recordaba, en las relaciones familiares, laborales, etc. esta diferencia era lo bastante clara como para darte cuenta cuando alguien podía ser de confianza y cuando alguien no lo era.

Lo que inquieta cada día más es que mucha gente se parece a esas de aquellas sociedades que criticábamos en las películas extranjeras, donde el fin justifica los medios sean estos cuales fueran y sin importar a quien te llevas por delante.

Por cierto, esto me recuerda al libro, “Nice Team Finish Last” (Los equipos amables terminan de último) libro publicado en 2010 por  Brian Coller Miller, según el cual los equipos de trabajo son menos eficientes si lo que se pretende es que, reine la amabilidad en todo momento. La amabilidad en exceso no sirve, pero igual tienes que llevarte bien con todos?
Mal interpretada, ideas como estas, traen consecuencias como las que refiero.

Quizás en muchas sociedades esto sea conocido como desarrollo o consecuencia de él, pero para muchos otros (entre los que me incluyo) esto no es más que una clara demostración de cuanto estamos perdiendo, del significado de llamarse “persona”.

Será que ser ingenuo, es ahora lo mismo que ser genuino… y habrá que tener mucha personalidad, madurez y aguante para no dejarse arrastrar en la ola de politiquismo que cada día más crece y arrasa dentro del ámbito personal?

Y al parecer este comportamiento no solo afecta las relaciones laborales, sino como ya decía antes, también relaciones de amistad, familiares y hasta las de pareja...

Habrá que cambiar de cara todos los dias???

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