viernes, 13 de abril de 2012

Tu mejor juez...

Durante estas semanas he conocido de casos de violencia de género no física de personas indirectamente ó directamente relacionadas a mi entorno diario.

A una de estas mujeres no la conocí personalmente, sin embargo me enteré de su situación de una manera poco agradable y no sé, revisando la historia, si hubo siempre el maltrato y ella lo mantuvo en silencio o si más bien el maltrato fue el resultado final de una serie de acontecimientos, pues como bien escribió Miguel de Cervantes: “La rabia de los celos es tan fuerte que fuerza a hacer cualquier desatino”.

El otro caso es el de una persona a la que si conozco y que justamente estuvo hoy en la Fiscalía buscando ser asesorada, razón por la cual terminé de decidirme a escribir el post que tenía días rondando mi cabeza.

Ya lo había mencionado en otra de mis publicaciones aquí, “Violencia sin contacto”, pero no pensé que tendría aun más material para continuar haciendo el llamado de conciencia.

Cuando una persona decide separarse de otra con la que ha tenido una larga relación, por la razón que sea, se supone que esta decisión debería respetarse.

Si has conversado con la otra mitad, las razones por las que no deseas seguir, no debería ser motivo de agresión esa decisión que, aunque al principio cuesta aceptarla (y tomarla), debe ser considerada como una alternativa a una situación o vivencia que es poco conveniente.

Si esto no sucede, cuales armas u opciones tenemos para protegernos contra lo que comienza a ser una agresión como lo son: continuar recibiendo llamadas preguntando donde - cómo- con quien - estamos ó qué hacemos; mensajes a cualquier hora y que además nos vemos obligados a contestar y todos provenientes de esa persona a la que se supone ya no quieres seguir estando relacionado tan íntimamente?

Para mi la primera arma debería ser tu propia seguridad y firmeza en la decisión que has tomado.

No puedes titubear después que has decidido apartarte de alguien, sobre todo si lo haces porque ese alguien no se ha portado bien contigo: no te trata con respeto, no sientes seguridad al estar a su lado, no confías…eso forma parte de amar y ser amado, así que, si eso no es lo que recibes, por mucho cariño y empatía que la otra persona te haya demostrado durante la relación, realmente no hay amor si estos tres elementos no se complementan o tienen coherencia con lo que la persona dice sentir por ti.

Se supone que ha sido una decisión pensada, meditada, razonada…no creo que la puedas tomar porque un día te levantaste de la cama y digas: “sabes qué? Me acabo de dar cuenta de que me cae mal este fulano, así que ya está, hoy termino!”…

Entonces al conversar con alguien, debes exponer con firmeza, sinceridad y tacto lo que ha venido sucediendo, lo que te molesta, lo que ya habías prevenido y no estas dispuesto a seguir dándole largas.

Por supuesto deseo aclarar algo: estamos hablando de culminar una relación con un individuo mentalmente sano, que no presenta un perfil psicológico retorcido, porque ese es un caso más delicado y extremo de manejar, aunque también es cierto que a veces sin saberlo estas, lo que llaman por allí ,“durmiendo con el enemigo”…

Otro punto a tomar en cuenta es que a veces lo complicado de terminar una relación, no es solo el hecho de que la otra persona no lo acepte, sino que cuando son relaciones que han sido extensas en cantidad de tiempo y en las cuales ambas partes se conocen muy bien como para ubicar cual es el “talón de Aquiles” del que toma la iniciativa, entonces eso se vuelve una guerra psicológica, ya que si el “cortado” no acepta la decisión, puede recurrir a ese punto débil, que usualmente está relacionado con la autoestima y lograr (o por lo menos lo intenta con bastante intensidad) echar por la borda toda la seguridad con la que se intentó llevar la decisión.

Por eso otra de las armas es saber que para tomar una decisión uno debe conocerse, respetarse y amarse, determinando que es lo mejor para uno mismo, y así prácticamente nada nos haga sentir inferiores, equivocados…

He pasado como muchos por la experiencia de culminar una relación, nunca es fácil y a veces he demorado más de lo necesario en tomar la decisión porque no tengo fuerzas, me da pena con la otra persona o porque soy yo la que está mal “pegada” en ella, pero al final, asumo mi destino o los resultados de mis acciones y a lo mejor me toca seguir sola adelante o encontraré a la persona adecuada para compartir algo más sano, mejor, algo que realmente merezca y me haga sentir bien.

Por favor nunca creas que cuando finalmente decidas dar el paso, alguien además de ti, tiene el poder de hacerte sentir inferior o equivocado.
Tú eres el mejor juez de tus propias decisiones…nadie más.